CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO
CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO. AL CORONAVIRUS LLAMAN EUTANASIO






















AL CORONAVIRUS LLAMAN EUTANASIO (*)

Cuentan que Eutanasio, a quien llaman Coronavirus, vino de la China, después de atiborrarse de murciélago como primer plato; de segundo: perro pequinés, y como postre: saltamontes y grillos, teniendo un vasto campo en todos los Continentes donde explayarse y picotear a los humanos, sobre todo a vejestorios de residencias de mayores o geriátricos, ya maltrechos de otras enfermedades tipo, desde las orejas hasta el rabo.

Al parecer, todo estaba a su disposición: su físico y su moral que arrastraban por el suelo, o en sillas de ruedas, aunque, algunos, presentaban abundancia de ideas pajilleras cuando ellas, las ancianas, les ponían a ellos en estado de rebosar erudición peneal, o asnal, patentizando las bellas calidades, las honras y las glorias de los Burros tan humanos.

Al recordar, ahora, la presencia de una hermana mía, Guapalupe, en la residencia de mayores de Villaviciosa de Odón, en Madrid, no puedo más que verla limitada a su boca caída echando babas, a un grito, a un dolor ruidoso, a un estrépito, siendo muy pequeña la enfermería donde podía explayarse; siendo este espectáculo una consideración que hubiera arredrado a cualquier médico o sanitario en sus cabales.

Aquí era el dejar hacer, dejar pasar, reflexionando que más vale algo de vida que nada, sin querer privar a los ancianos de las nuevas enfermedades que se merecen; hasta que emprendió el Coronavirus, Eutanasio, el viaje del mundo global, de vuelta del de Marco Polo por la Asia Oriental.

No obstante, Guapalupe murió en el Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles, antes de que llegara Eutanasio a visitarla; y, según nos dijo la doctora que firmó su defunción: “Guapalupe murió enseñoreada de mucha mierda”.

Para desengaño de los hombres, que se creen seres superiores, ahora ha llegado Eutanasio, o Coronavirus, con la alegría de haber podido dedicar a la buena Muerte, llamada Eutanasia, más de ochocientos versos en cualquier Nación o Continente, como un Jorge Manrique en la universalidad de sus versos en sus ”Coplas a la Muerte” , indicándonos, los dos, que la Vida no es más que una gran Mierda pinchada en un palo, sin perdonar gastos ni fatigas, ¡claro¡ como cualquier otra peste, vaya.

Recordemos al ilustre Poeta palentino:

“Recuerde el alma dormida
Avive el seso y despierte
Contemplando
Cómo se pasa la vida
Como se viene la muerte
Tan callando”. Y, digo yo: no tan callando.

-Daniel de Culla

(*)IMAGEN DE FONDO proporcionada por el autor.